¿Puede
mantenerse algo con el pasar del tiempo? Sí, es perfectamente posible, y un
ejemplo de ello lo pone en versos el cantante Gilberto Santa Rosa en su
canción “Si los Hombres Han Llegado Hasta la Luna” (coincidencia que aparezca
este satélite en esta reseña):
“si hay abuelos que se quieren
y su amor es todo lo que tienen
dime por qué no lo vamos a intentar”
Y así podría
decir cualquier cantidad de ejemplos que existen en la naturaleza y en el
hombre. En el caso del cine podría hacer también una lista larga de películas
que han sabido mantener una relación de mucho tiempo con el público, sin
importar si hablamos que es una sola (“The Wizard of Oz”, por ejemplo) o franquicias
como las del UCM, la saga “Toy Story” o la que ahora nos ocupa. ¿Se ha llevado
bien tanto con público como con prensa esta saga? Sí, ha sabido meterse a ambos
en el bolsillo desde el año 2010, desde que conocimos a Gru (Steve Carrell),
Margo (Miranda Cosgrove), Agnes (Madison Polan), Edith (Dana
Gaier), el dr. Nefario y, por supuesto, los Minions (que ya tienen en su
cuenta 2 películas) en esa primera incursión cuando Gru, en aquel momento, el
segundo mejor villano del mundo, diseñó un plan para robar la luna. No se puede
negar que valió su visionado, así como conocer a estos personajes que están
diseñados para sacar risas de la audiencia.
En esta
cuarta película, vemos que Gru continúa en su vida de casado viviendo con Lucy
(Kristen Wiig), las niñas, sigue trabajando para la Liga Anti-Villanos con
Silas Ramsbottom (Steve Coogan) habiendo salido de su retiro y a todo
este conjunto se agrega un elemento: Gru se convirtió en papá de Gru Jr., quien
disfruta más en los brazos de su mamá que interactuar con Gru. Por otro lado,
nuestro protagonista es infiltrado junto con los Minions en el “Lyceé Pas Bon”,
el alma mater donde aprendió a ser villano. Ello porque es invitado a una reunión
de alumnos de la clase de 1985 y así atrapar a Maxime Le Mal (Will Ferrell),
un villano con acento francés que es amante de las cucarachas y que busca
vengarse de Gru. Maxime viene acompañado de su novia Valentina (Sofía
Vergara) a esta reunión, y en el evento le entregan el premio al mejor
alumno de dicha clase, pero Gru junto con los Minions consiguen arrestarlo y meterlo
preso. Mas en su encierro, Le Mal logra escapar y deja en video que irá tras
nuestro protagonista. Ante estos hechos, Ramsbottom decide que todos ellos
deben irse en calidad de protección de testigos a otra ciudad con nueva casa,
trabajos e identidades. Y estando allí tiene de vecinos a Perry Prescott (Kevin
Kline), un tipo con una actitud muy snob al conocer a Gru y los
suyos, a su esposa Patsy (Chloe Finneman) y a su hija Poppy (Joey
King), quien mira con cierta malicia a nuestro protagonista desde la
primera vez que se conocieron.
Sin que
me quede nada por dentro, uno está consciente de que esta es una saga que nunca
se ha tomado en serio. Y lo digo porque es más que claro que todos ellos están
diseñados para sacar risas a la audiencia, como se comentó hace algunos
párrafos. Las situaciones que se presentan tienen ese estilo clásico de los “Looney
Tunes” del estudio Warner Bros, y esto influye también en el diseño de
los personajes, siendo la prueba más contundente Gru, nuestro protagonista,
donde a las claras se ve que esa nariz afilada y larga, junto con la forma de
frasco de perfume de su cuerpo están hechos para que el espectador pueda reírse,
y hasta imitarlo. Esto mismo se aplica a otro elemento cuya presencia es
importante, no solamente para hacer reír al público, sino también forma parte
importante de las tramas de todas las películas que han lanzado Universal
Studios en conjunto con Illumination Entertainment: los Minions.
Nadie hubiera imaginado que estos seres amarillos de distintos tamaños y
contexturas harían reír no solamente con la forma en la que hablan sino con las
distintas locuras que hacen en cada película (con esto no hay que indagar mucho
sobre por qué les han sacado 2 películas independientes hasta ahora).
Las
dinámicas entre los personajes siguen siendo tan buenas como la primera
película, pero al ver con más profundidad el resultado final, nos topamos con
que, al igual que ocurrió hace unos meses con “Kung Fu Panda 4” (de la que ya les
entregamos su reseña), se puede descubrir que repiten Chris Renaud (el
director) y Mike White con Ken Daurio (escritores) la fórmula que
le ha dado el éxito a esta franquicia, y donde más se aprecia esto es en los
personajes que, sí, hacen reír, pero apenas han evolucionado en estos 14 años. Los
personajes como los papás de Poppy y las mujeres que trabajan en el salón de
belleza con Lucy apenas si aparecen en la película y son innecesarios. Esto
mismo se puede decir de Valentina, que se muestra varias veces en cámara, pero
no tiene un peso real en la cinta como sí lo tiene Maxime. Villano que, sí,
tiene sus momentos divertidos, y supera a, por ejemplo, Balthazar Bratt (de la
anterior película), se pone al nivel de “El Macho” (de la segunda), pero no supera
a Vector (el primero). De una vez lo decimos, esta cuarta entrada supera a la
tercera ampliamente, se pone “de tú a tú” con la segunda mas no supera a la
primera. Y es que acá hago mención de algo que se dijo al principio: el simple
hecho de que alguien quiera robarse la luna es algo “jalado de los cabellos” en
el buen sentido, y cumplió con muchos creces su objetivo, así como arrancar con
todos los hierros esta película que se convertiría en franquicia.
“Despicable
Me 4” es una nueva entrada que no decepciona, que hará que los fans de esta
puedan disfrutarla sin miedo a arrepentirse de verla, pero que sigue sin poder
estar a la altura de la primera entrada de la saga. Si se van a realizar más
películas de estos personajes, recomiendo lo mismo que con “KungFu Panda 4”:
tomar nota de los errores cometidos, pero ya no solamente en esta, sino en las
que le han antecedido, así como revisar qué hizo a la primera tan buena.