miércoles, 31 de enero de 2024

La burla

 

         Este artículo, que quiero compartir con ustedes, nace por dos cosas que ocurrieron durante esta semana que inició el pasado lunes 29 de enero:

1, la forma en la que terminó la temporada de baseball profesional venezolano. Estoy consciente de que este universo creado por mí (léase, “El Mundo de P4rcival”) no contempla los deportes, pero lo que sí me compete es el hecho de que, como persona que sigue este deporte, nunca he estado de acuerdo con las burlas. Un equipo puede tener los jugadores más destacados del mundo, cobrando todos los millones que te puedas imaginar, pero eso no le da derecho a nadie de mofarse cuando se conectó un home run o se hizo algo que “salvó la patria” (o, en el mundo de los videojuegos, ganar un torneo de eSports).

Y 2, que recientemente tuve la oportunidad de ver un video en homenaje a una publicación de videojuegos legendaria en Latinoamérica como lo fue “Club Nintendo” (y de la cual era un asiduo lector, hasta que dejaron de traerla al país). Con ella no solamente conocí a fondo cuándo un juego es bueno y cuándo no lo es (entre otros aspectos), y donde destacó mucho en dicha revista que tuviesen una sección titulada “El control de los profesionales”. Para aquellos que no la conozcan, esta sección tocaba temas que iban más allá de trucos para un juego o cómo eliminar a un jefe en este otro, sino la parte humana de uno como videojugador, y recuerdo que en algún momento tocaron el tema que hoy nos ocupa. El objetivo al escribir estas líneas no es hacer un “copia y pega” palabra por palabra de ese artículo (en tal caso, lo escanearía y pondría acá si fuese así), pero afortunadamente este no es el caso, sino compartirles mi sentir como jugador sobre este tema.

Yo, antes de ser un observador del mundo del cine y los videojuegos que dice lo que piensa ante los trabajos que se pongan frente mío, soy persona. ¿Qué significa esto? Que ante todo soy un ser humano con derechos y con deberes con la sociedad, tengo defectos, virtudes y donde estoy claro que no puedo ser “monedita de oro” para caerle bien a todo el mundo, así como que estoy consciente de que he aprendido que entre más alto vaya escalando posiciones en una comunidad, grupo de trabajo o lo que sea, debo ir ganando en humildad. Alegrarme cuando gano algo al jugar con otra persona y reconocer mi derrota cuando esta llega a vencerme (las dos cosas me han ocurrido jugando en arcades el primer “Soul Calibur”, por decir un ejemplo). Pero si por algo hice mención lo del baseball al principio de esta nota es que ya se han visto casos donde ha habido videojugadores que cuando ganan una partida, “perrean” al jugador a quien vencieron. Se le aplaude que ganara, pero ahora el reconocimiento que le entreguen vendrá manchado con sabor a burla. Y si una cosa se puede aprender de los videojuegos es que el valor de la humildad también debe estar presente en todo momento pues bastantes son los juegos que existen en el mercado donde controlamos a un personaje de origen humilde y al final se vuelve alguien de renombre. 

Una cosa es cuando en un juego los programadores colocan un mensaje o una secuencia en donde quieran burlarse en el buen sentido, jugarle una broma para después volver al curso de los acontecimientos y otra es cuando ya la cosa raya lo ofensivo. El ejemplo que podríamos poner sobre el primer punto (cuando los programadores juegan una broma) lo encontramos al terminar el juego de SNES “Donkey Kong Country 2: Diddy’s Kong Quest” pues los de Rare, al estar bajo el ala de Nintendo en aquel entonces, jugaron una broma a quien era la rival de Nintendo en aquellos años, Sega. Dicha broma apareció en una especie de rankings al final del juego y se podía ver claramente un podio que ocupaban personajes de Nintendo, y en la parte de abajo de este se podían ver claramente un par de zapatillas rojas con un punto blanco (clara referencia a Sonic) con un letrero que decía “No hopers” (“Sin esperanzas”) al lado de un bote de basura. Este momento nunca trascendió en la forma de un comunicado o algo similar por parte de Sega en la que manifestaran sentirse ofendidos. Si hubiese sido que alguno de los personajes de Nintendo prendiese en fuego las zapatillas de Sonic o les hicieran encima el “número 1”, otra hubiese sido la historia. 

Lo cierto es que el portarse de manera malsana, incluso cuando jugamos videojuegos, nunca lleva a nada bueno. Sin importar si es en una oficina, el colegio, liceo o cualquier otro sitio, burla es burla y trae las mismas consecuencias, las cuales pueden ir desde crear inseguridad en la persona afectada, baja en la autoestima, sentimientos de humillación hasta crear cuadros de ansiedad, depresión y otros tipos de daños emocionales. Nunca será recomendado el actuar de manera violenta ante quien se burla de uno pues podría traer consecuencias negativas para ambas partes. Ante casos como este, algunas de las recomendaciones que dan los especialistas que han lidiado con pacientes que han sufrido de que se burlen van desde ignorar a la persona por completo hasta usar el sentido del humor ya que, entre otros beneficios, el humor pone de tu lado al público (si lo hubiere) y viene con un toque “mágico” de que dispersa rápidamente la situación de burla que se esté produciendo en ese momento. Puedo hablar con propiedad sobre ello puesto que quien escribe ha pasado por episodios donde se burlan de uno (y estoy claro de que los seguiré encontrando por el resto de mi vida), y puedo certificar que este tipo de consejos viene bien, especialmente cuando se trata de ignorar a la persona ya que eso provocará, como dicen algunos, que tenga doble trabajo: molestarse porque ignoraron al provocador y quitarse la molestia de encima. Es igualmente importante que siempre nos veamos en el espejo de otros pues nunca es bueno comportarse como lo hacen esas personas pues al final, quien hace ese tipo de cosas ofensivas termina perdiendo. Es mejor estar a la altura y disfrutar de los videojuegos como lo que son: un entretenimiento y una forma de arte.

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Ocurre algo curioso con la consola SNES