martes, 25 de junio de 2024

La leyenda urbana japonesa sobre Tamagotchi

 


    Hay dos tipos de personas en este mundo: aquellos que tuvieron un Tamagotchi a finales de los 90 y principios de los 2000 y aquellos que nunca lo tuvieron. Estas pequeñas máquinas tan amables que eventualmente se transformarían en digievolucionadas "a la brava", fueron una parte importante de la infancia de muchas personas. Cuando te veías obligado a introducir un clip en el agujerito de reseteo porque se te había olvidado darle de comer a tu mascota virtual, eran un juguete amable y descorazonador al mismo tiempo.


    A finales de los años 90, los Tamagotchi la pegaron con gran fuerza. Se presentaron por primera vez en Japón en 1996 y se presentaron por primera vez en nuestras fronteras en 1997. Tanto fueron significativos que Akihiro Yokoi y Aki Maita, quienes los crearon, recibieron el Premio Ig Nobel de Economía (son premios de burla, no se confunden con los Premios Nobel reales). Se calcula que para la primavera de 1998, Bandai (que posteriormente se convertiría en Bandai Namco) logró vender alrededor de 20 millones de Tamagotchis en Japón y una cantidad similar en el resto del mundo. El problema es que todo lo que crece, al final, pierde, y en el caso de los Tamagotchi, eso fue una pérdida millonaria.


    Luego, el auge de los Tamagotchi comenzó a disminuir. De acuerdo con Automaton, las tiendas comenzaron a devolver cajas y cajas de Tamagotchi que no pudieron vender al mismo tiempo que las fábricas continuaban fabricándolos. Aparentemente, el motivo se debió a un problema de comunicación interna. Esto se suma a que la estimación de demanda de Bandai no coincidía con la demanda real. Muchas personas visitaban varias tiendas para reservar su Tamagotchi ansiosamente. Si se reserva un juego en seis tiendas simultáneamente, se realizan seis pedidos, pero la venta real es solo una. Si extendemos esta práctica a nivel global, podemos llegar a una conclusión. A esto se debe añadir la exageración de las ventas por parte de los distribuidores y la llegada de copias. El desequilibrio entre la demanda y la oferta fue de 2,5 millones de Tamagotchis, lo que resultó en pérdidas de 6.000 millones de yenes, aproximadamente 37.5 millones de dólares al cambio. La leyenda urbana actual se originó en ese lugar. Aunque no está confirmada, resulta bastante intrigante. 


    La historia del videojuego de "E.T." de Atari es bien conocida, pero aquí hay un resumen: la película de "E.T. the Extra-Terrestrial" se desata con la fuerza de un huracán, se le pide a Atari que haga un videojuego de "E.T.", lo realiza y el juego termina siendo un fracaso enorme. Cinco millones de cartuchos se produjeron y se vendieron 1,5 millones. 3,5 millones, incluidas las devoluciones, se quedaron sin pagar. Atari los enterró en un vertedero en Alamogordo, Nuevo México. Se dice que Bandai realizó algo similar. Según la leyenda urbana, la empresa nipona enterró los Tamagotchis sin comercializarlos en la isla artificial de Odaiba, ubicada en la Bahía de Tokio. Esta isla fue construida para proteger la costa en 1853. En la actualidad, el área es más atractiva para los turistas y, como curiosidad, posee una de las dos únicas playas de Tokio. Sin embargo, es prohibido bañarse allí. Se dice que Bandai utilizó un período de transformaciones en la isla para crear esta tumba, la cual es evidentemente falsa, y con todo y eso, no deja de ser curiosa. Es posible que los Tamagotchi fueran destruidos de manera más tradicional.


    El negocio de la nostalgia sigue siendo fuerte, aunque su popularidad no es la de antaño ni mucho menos. Actualmente, las nuevas versiones de este juguete, junto con aplicaciones y juegos para teléfonos inteligentes, están disponibles para su compra. Uno de los más famosos tiene un nombre: Pou.

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