lunes, 25 de diciembre de 2023

Killers of the Flower Moon

Antes de comenzar a hablar sobre esta película, hay que hacer un más que justo reconocimiento a Paramount Pictures por distribuir este film que fue hecho bajo el sello Apple Studios. Se hace mención de esto porque cualquier trabajo de un director tan legendario como lo es Martin Scorcese es para apreciarse en la gran pantalla, y el hecho de que "The Irishman" no llegara a los cines venezolanos durante el año 2019 es algo lamentable. Las cosas ocurrieron como tenían que ocurrir en aquel entonces, pero afortunadamente el destino de esta película fue distinto pues, como se mencionó al principio, el estudio Paramount corrió con la distribución para que pudiese llegar a las carteleras de todo el mundo. El reencuentro en las salas de cine de Venezuela con el trabajo del estadounidense era algo más que justo para todos aquellos que aprecian el cine en el lugar para el que fue hecho, en una sala con butacas y pantalla plateada.

Con esto ya dicho, arrancamos citando parte de una frase de la escritora Isabel Allende: "La muerte no existe, la gente sólo muere cuando se olvida", se va para siempre de nuestras memorias y nunca volver; se hace polvo y este se va con el viento, expresado visualmente de manera estupenda en trabajos de hace unos pocos años como "Avengers: Infinity War" y "Avengers: Endgame", y antes de ellas, en el maravilloso trabajo de animación que es "Coco". Aunque como toda regla, hay excepciones, y ciertos hechos es más que justo recordarlos pues en principio se pierden en el tiempo como perro que persigue su cola incesantemente, sólo que estos no se los lleva el viento. Y es que el director, al ser entrevistado sobre el pueblo indígena Osage cuyos asesinatos se retratan en su película, cuenta que se aproximó a ellos en Oklahoma con el mayor de los respetos y así "explicarles que iba a abordar su historia de la forma más honesta y justa como me fuera posible". Hechos de principios de siglo que no dudó en calificar como "genocidio silencioso" llevados al cine de la forma más fidedigna posible pues lo vivido en aquellos años no por nada se le conoció como "El Reinado del Terror", en el que tarde o temprano el fantasma de la codicia aparecería pues a los hombres blancos llamaba su atención el que seres que consideraban "primitivos" no debían tener ni dinero ni poder.

El más reciente trabajo del director está basado en el libro "Killers of the Flower Moon", escrito por David Grann y adaptado por Eric Roth y el mismo Martin Scorcese, quien con esta cinta cumple 50 años de carrera y este año logró llegar a 80 años de vida. De entrada, es más que interesante el nombre del libro, pues si usa el término (traducido al español) "luna de las flores" es porque, según se relata en el impreso, dicha denominación proviene del "Almanaque del Viejo Granjero", un calendario capaz de predecir ciertos fenómenos naturales como mareas, entre otros. Dicho calendario le daba a cada luna llena que salía mensualmente un nombre en particular, y en mayo le corresponde a la "luna de las flores", y fue durante ese mes, pero del año 1921 que comenzaron los terribles acontecimientos dentro de este poblado indígena. La misma arranca en una época a principios del siglo XX en la que la tribu Osage descubrió varios yacimientos de petróleo y fueron en algún momento la población indígena estadounidense más adinerada de la nación del norte. Tan acaudalada que la prensa de aquel entonces reseñó que vivían en mansiones, llegaron a vestirse con joyas caras y pieles de alto valor y hasta contrataron a sirvientes blancos. Y en el comienzo de la película conoceremos a Ernest Burkhart (Leonardo DiCaprio) llegando a este estado después de culminada la Primera Guerra Mundial, para vivir con su hermano Byron (Scott Shepherd) y su tío William Hale (Robert De Niro), quien es un empresario local que mantiene buenas relaciones con la tribu (y hasta habla su idioma), y allí Ernest consigue un trabajo de chofer para ganarse la vida. En un momento, Hale convence a Burkhart de que corteje a una de las indígenas, y aquí es donde aparece en escena Molly Kyle (Lilly Gladstone), una aborigen Osage cuya familia posee derechos del petróleo que se extrae en esa área, y que Ernest le conduce frecuentemente.

Y a partir de este punto comienza a verse el lado oscuro de esta historia, misma en la que, como ya se mencionó más arriba, aparecería el fantasma de la codicia que llevaría a cometer esos crímenes. Misma que está muy bien reflejada en el libreto escrito por Roth y Scorcese, pues los personajes no solamente tienen tiempo más que suficiente en pantalla para ser explicados con sus motivaciones, sino que el guion se encarga de mostrar un aspecto que llamará mucho la atención como lo es que, si bien es cierto que es una película que podría considerarse como un western, también lo es que hace un gran trabajo al dar una vuelta de tuerca en cuanto al hecho de que rompe con el hecho de que no existe en esta cinta la figura del "white savior" en los personajes de De Niro y DiCaprio (y otros personajes de piel blanca que aparecen en el film) que llegó a ser tan común en muchas cintas de este género, sino que se muestran como lobos vestidos de ovejas, especialmente en William Hale, cuyas acciones como ayudar a los Osage de la cinta con donaciones, medicinas, etc., por un lado, sean por otro lado una tapadera que oculta sus verdaderas intenciones. Mientras que Burkhart es alguien que demuestra que es alguien patético y débil mental que se deja convencer por su tío de que tome ciertas acciones que son narradas en la cinta. Y no se puede dejar por fuera a Molly, cuyo amor por su esposo y su familia en principio, y su determinación de develar quiénes asesinan a su gente después, se hace patente en la cinta, incluso en los momentos donde su salud está comprometida. Es difícil empatizar con muchos de los personajes blancos (especialmente los interpretados por Robert y Leonardo), pero debe comprenderse que se está fraguando una eliminación silenciosa de una tribu cuyo único pecado fue encontrar petróleo y hacerse millonarios. Es también resaltable el hecho de que el guion muestra situaciones en las que los personajes se ven involucrados en cosas como apuestas y estafas, así como hay violencia reflejada de varias maneras. Dicha violencia no es algo que pueda llegar a los niveles de, por ejemplo, "The Departed", mas es un aspecto que debe destacarse.

Pasando a otros aspectos, es también digno de nombrar el trabajo en fotografía de Rodrigo Prieto, utilizando una paleta de colores grises, marrones y azules que le sienta bien a la película y que, desde el punto de vista de quien escribe, con el uso de gris y azul es como si hubiera hecho honor al hecho de que en el nombre de la película aparece la palabra "luna" ya que dichos colores son los que más se alcanzan a ver en esta cuando aparece por las noches. Además, esta también brilla en aquellas escenas filmadas a campo abierto. En el mismo orden de ideas, el diseño de producción de Jack Fisk está muy bien conseguido, así como el vestuario de Jacqueline West, destacando especialmente los vestuarios diseñados para los Osage. Aquí también hay que hablar sobre la edición de alguien que se ha vuelto habitual en la filmografía del director como lo es Thelma Schoonmaker, pues la misma nos permite ver cómo va pasando todo, desde el momento en que se produce un derrame de petróleo, tomas cercanas a los rostros de los personajes, un velorio y aquellas que se hacen en espacios cerrados hasta el punto de permitirse un plano secuencia estupendo. Incluso influye en el ritmo de la cinta, que permite que sus 3 horas y 28 minutos no se hagan pesadas, sino que fluyan en cada uno de sus fotogramas. Esto, combinado con el trabajo de dirección de Scorcese, logra que el acabado de la película sea compacto y disfrutable. Completa este cóctel la música compuesta por Robbie Robertson, otro habitual en las filas del director y cuyas partituras en la cinta fueron las últimas de su carrera antes de fallecer por cáncer en agosto de este año. Partituras que son un regalo para los oídos de quienes las escuchen, donde no se detecta ningún cliché musical en las mismas (no quería que fuera de esa manera), y donde se deja percibir que este fue un trabajo muy personal para el compositor ya que fue descendiente de la tribu Mohawk.

Pero todo lo que se ha mencionado hasta este momento no sería posible sin un elenco que estuviese a la altura. Para quien escribe era inconcebible que ni Robert De Niro ni Leonardo DiCaprio, teniendo en común que conocen al director y han trabajado con este, y que el primero recomendó al segundo hace más de 20 años para que trabajara en "Gangs of New York", no hubiesen coincidido en una cinta en la que compartieran juntos créditos delante de las cámaras, y con este film ya se puede asegurar que no era un imposible y que es una realidad. Hay que decir que De Niro vuelve a alcanzar un nivel muy bueno con su actuación. El hecho de que en un momento sea un personaje que acompañe a una Osage que le pregunte si está siendo bien atendida y si tiene medicinas para después sacar el zorro viejo que hurga planes oscuros contra esta o aquella persona de la tribu es muy interesante de observar. Es el tipo de cosas que se disfruta de un actor que tiene tantos años trabajando con alguien con una carrera tan longeva como lo es Martin Scorcese. Por otro lado, DiCaprio nos presenta con su actuación de Ernest el personaje más patético, poco avispado y débil mental de su carrera, que desarrolla sentimientos hacia sus seres queridos, pero al mismo tiempo permite la manipulación de terceros, llevándolo a cometer actos deshonrosos. Sí, ellos dos lograrían por sí solos mantener la película en pie, mas la cosa no estaría completa sin Lilly Gladstone, actriz que con su Molly pone en el centro al que, sin duda, es el personaje más fuerte de la cinta. Sin importar si está con William, con Ernest, con miembros de la tribu o sola, Gladstone nos regala un trabajo magistral, mismo que resonó en ella pues, para quienes no lo sepan, esta actriz tiene sangre indígena estadounidense en sus venas, específicamente de la tribu Siksikaitsitapi. Los múltiples matices que deja ver a lo largo y ancho de la cinta convierten a la que es, sin temor a equivocación, la actuación femenina más poderosa del año, donde hasta postrada en una cama resulta totalmente convincente. No queda lugar a ninguna duda, una de las mejores películas del año 2023.

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