jueves, 13 de febrero de 2025

The Seed of the Sacred Fig / Dāne-ye anjīr-e ma'ābed

 


    Qué diferencia es hablar de libertad creativa y correr riesgos para realizar algo en la vida (en esta ocasión, cine). En el primer caso, el director junto con su equipo le da rienda suelta a su imaginación para plasmar en la gran pantalla su visión del trabajo audiovisual. Y en el caso de los riesgos, pues son eso, riesgos. Mismos que se toman para poder llevar de los diagramas de storyboards al plano real. Historias de riesgos mientras se filma una cinta hay muchísimas en la historia de este arte. Célebre es, por ejemplo, el caso de Gene Kelly al momento de realizar la famosa escena donde baila y canta bajo la lluvia de la ciudad en el musical “Singin’ in the Rain” pues para el momento de rodar la misma tenía mucha fiebre y gripe. O también la celebrada “Psycho” de 1960, donde el director Alfred Hitchcock mató a su protagonista en plena mitad de la película. Ambas cintas corrieron los riesgos antes mencionados y terminaron triunfantes, cada una en su género, y hoy por hoy son recordadas y estudiadas en escuelas universitarias de cine en todo el mundo. Y precisamente, esta cinta, incluso con todo y que está hablada en su totalidad en persa y filmada en Irán (de hecho, es una producción conjunta entre este país, Francia y Alemania), resulta también una cinta riesgosa. Ese punto lo veremos más adelante durante la reseña. Mientras, entremos en el mundo de esta cinta escrita y dirigida por el exiliado iraní Mohammad Rassoulof. 

En una oficina se encuentra Iman (Missagh Zareh), un abogado que trabaja de manera honesta en la Corte Revolucionaria de Teherán. Allí, recibe la noticia de que ha sido ascendido a Juez Investigador de la Corte, un cargo que es mejor remunerado, además de que, con el cargo, se le proveerá de un arma de fuego y un apartamento más grande para él y su familia, la cual está conformada por Najmeh (Soheila Golestani), su esposa, y sus hijas Rezvan (Mahsa Rostami) y Sana (Setareh Maleki). Cuando se reportan manifestaciones en todo el país en contra del gobierno autoritario de esa nación, Iman recibe la orden de aprobar juicios y penas de muerte a personas sin la debida experticia que concierne revisar la evidencia y así saber si en verdad la persona es culpable o inocente de lo que se le acusa. Y como si fuera poco, lo presionan desde dentro para que mantenga absolutamente todos los detalles de su trabajo alejados de sus amigos y familia, además de advertirle de que al anterior Juez lo despidieron por no acatar las órdenes de aprobar juicios y penas de muerte. Además, en el plano de su casa, Najmeh atiende a su esposo y es tan devota del sistema como él. En simultáneo, Sana y Rezvan observan a través de las redes sociales lo que está ocurriendo en Irán. Disturbios, arrestos, protestas por, entre otras cosas, el uso obligatorio del hijab en las mujeres (amén de las rígidas normas que les aplican para vestirse) y demás están siendo el pan de cada día en Teherán. Por otra parte, Sadaf (Niousha Akhshi), una amiga de Rezvan, no tiene mucho tiempo en la capital y busca dónde quedarse para poder asistir a la universidad, pero Najmeh no la quiere en la casa por los cambios que se están dando en el núcleo familiar ya que podría traer problemas con Iman. Además, Sadaf es de las que está de acuerdo con las protestas en Teherán. 

Me resulta más que interesante este retrato que se ha hecho del Irán actual. De hecho, lo considero muy bueno, principalmente por el hecho de que el material que se muestra en el metraje está hecho sin filtros. Pero no filtros que uno le pone al lente de una cámara o algo similar en posproducción, nada de eso (debieron usarlos, sí, pero ese no es el punto). Cuando digo que esta película fue hecha sin filtros, es porque sus personajes hablan con libertad de lo que no les parece bien de esta forma de vida tan opresiva para sus ciudadanos, especialmente con las mujeres. Y esa libertad se debe a que, como lo dijimos al inicio, se tomó un riesgo en particular y fue filmarla en el más absoluto secreto dentro de la capital iraní, corriendo el riesgo de que les destruyeran el material filmado o, peor aún, que elenco y equipo detrás de cámaras terminaran presos o muertos. Lo dicho, filmaron con toda la libertad posible en el más absoluto secreto, y es algo muy paradójico, pero que termina dando muy buenos resultados esta acción valerosa, mismos que tienen más valor después de todo lo que tuvo que pasar el escritor y director para traernos su película. Rassoulof entrega un libreto estupendo en donde vamos viendo como Iman y su entorno se van contaminando por el hermetismo de este de hablar de su trabajo pues podría perderlo todo, y el simple hecho de que una pistola sea el disparador (nunca mejor dicho) del grueso de los acontecimientos de esta cinta será la clave para apreciarla como debe ser, haciendo que las situaciones que se van suscitando atrapen al espectador hasta el cierre de la cinta. Las historias para generar libretos de una película nacen de situaciones muy peculiares, y en el caso de esta, nace tras una conversación que tuvo el director con un visitador médico mientras estaba preso en Irán y el visitador se preguntaba cuándo llegará el día en que pudiese ahorcarse dentro de la prisión, y que sus hijos le preguntan constantemente por qué apoya a un régimen opresivo y asesino. Una fuente que logra un gran manejo de escritura, aunque quizás este aspecto hubiese sido un trabajo estupendo si no hubiese sido por algunos clichés presentes en el último tramo de la película. Pasando a otro punto, la fotografía de Pooyan Aghababaei nos muestra edificios, calles, el apartamento de Iman, el edificio de la Corte Revolucionaria, incluso un espacio como lo es el baño del apartamento y otros lugares más se convierten en esos que no me tiembla el pulso al decir que son personajes silenciosos dentro de la trama, de esos que gritarían a los cuatro vientos todas las historias que han sucedido en sus paredes. La edición de Andrew Bird lleva el hilvanado de la trama y los personajes a un ritmo estupendo, mismo que nunca se sentirá lento como tortuga, incluso con todo y que este es un trabajo que abarca un poco más de 166 minutos. Y la misma muestra las mejores tomas desde la ciudad hasta en espacios cerrados como las oficinas de la Corte Revolucionaria. 

         El elenco es el elemento que permite que esta máquina llamada “Dāne-ye anjīr-e ma'ābed" / ”The Seed of the Sacred Fig” funcione. Niousha Akhshi y otros intérpretes ponen la balanza en muy buena posición, mas no aparecen tanto a cuadro, y es no significa que esté mal, pero es que esta película se centra en sus 4 intérpretes principales, y empiezo con Missagh Zareh, quien interpreta a un Iman que va cambiando a medida que pasan los minutos. Taciturno y razonable, pero desconfiado. Incluso hasta loco, en el mal sentido, en ese que no quisiéramos ver a nadie de nuestro entorno, al punto que también cabe la palabra “extremista”. Soheila Golestani en su interpretación pone a Najmeh en un punto entre la devoción por atender su casa, sus hijas y a su esposo, y resguardarles de todo mal, así como también poner cordura en cuanto a los acontecimientos externos que están trayendo cambios en lo interno. Finalmente, Mahsa Rostami y Setareh Maleki, como Rezvan y Sana respectivamente, causan una muy grata impresión ya que en un inicio las muestran con esa leve ingenuidad en cuanto a lo que ocurre en su país, pero que a medida que lo van conociendo, más se van horrorizando y haciendo una pregunta tras otra (típico de las personas a esa edad), mostrándose como una especie de libertarias que no quieren vivir bajo ningún tipo de opresión, ni la de su país ni la de su casa, a causa del silencio que hay en cuanto al trabajo de su padre. 

         Esta “Dāne-ye anjīr-e ma'ābed” / ”The Seed of the Sacred Fig” resulta una grata sorpresa en un 2024 en el que, si bien es cierto que no ha sido de tanto impacto en cuanto a la calidad media de las películas presentadas, también lo es que es de agradecer que se lancen trabajos como este y que corrieran todos los riesgos existentes para que el mundo pudiera apreciarlo.

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