¿Puede una elección realmente definir los destinos de una institución pública o privada? O vamos más allá: ¿puede una elección definir los destinos de un país? La respuesta es un rotundo sí, sí puede hacerlo en ambos casos. Quien lleve las riendas de una institución pública o privada debe ser una persona altamente preparada, y con la capacidad de raciocinio suficiente para que el bienestar sea para todos y no solamente para un grupo reducido de personas. El que tenga claro desde el primer momento que decide postularse para un cargo en alguna institución este punto, tendrá una gestión exitosa y será recordada por generaciones. Y si dicha postulación se hace con la menor cantidad de “manchas” posible (se usa el término en razón a una o más faltas cometidas por la persona), mejor, pues, al menos en el papel, el paso de esa persona por ese cargo será, de nuevo, todo un éxito. Y por supuesto, si no lo hace bien, la comunidad (o el país, en el caso de la máxima magistratura de un estado o un país) se lo reclamará pues prestó juramento antes de tomar el cargo y así se lo dejan saber a quien resulte electo: “si así lo hiciereis, que Dios y la Patria os premien. Y si no, que os lo demanden”. Incluso hasta una institución de corte netamente religioso como lo es la iglesia católica (la cual tiene millones de devotos por todo el mundo) le toca pasar por esto cuando corresponde elegir a sus autoridades, y tienen sus procesos para tal fin, especialmente cuando se trata de elegir en un cónclave al Papa, la máxima autoridad de esta (y de ahí el nombre de la cinta). Esto es con lo que nos encontraremos en la adaptación de la novela escrita por Robert Harris que ha sido escrita por Peter Straughan y dirigida por Edward Berger.
Antes del cónclave que tendrá lugar, la película nos pone en contexto y nos muestra que el Papa ha fallecido súbitamente de un ataque al corazón, y hacia los aposentos donde reposa el cadáver de este llega Thomas Lawrence (Ralph Fiennes), un cardenal que, además, funge como decano del Colegio de Cardenales que comienza a levantar información sobre la muerte del Papa. Una vez declarada su muerte, en una habitación están reunidos varios cardenales, entre ellos Lawrence y Aldo Bellini (Stanley Tucci), el cardenal estadounidense que le cuenta a Lawrence que no quería que nadie supiera que tenía problemas cardíacos pues la gente podría pensar que iba a renunciar. Poco después conoceremos al cardenal Joseph Tremblay de Canadá (John Lithgow), quien solicitó explícitamente no llamar al cardenal Lawrence hasta que él no verificara todos los hechos del fallecimiento del Sumo Pontífice, llevando un registro de las últimas actividades en vida de este, incluyendo una reunión con el cardenal Tremblay. En este punto, el cardenal Lawrence es informado que será él quien lleve la responsabilidad de realizar el cónclave en el que se elegirá a un nuevo Papa, mismo que toma lugar 3 semanas después del fallecimiento del anterior, pero en vísperas de este, el cardenal Lawrence recibe en el despacho a Vincent Benítez (Carlos Diehz), un misionero mexicano que llega de sorpresa al Vaticano pues alega que el fallecido pontífice lo nombró arzobispo de Kabul en el más absoluto secreto. Una vez se dejó todo listo para el cónclave, se procedió a iniciar con la elección en la que será elegido como nuevo papa quien saque 72 votos o más.
Tengo que admitirlo ante ustedes: incluso con todo y que aparece el nombre de un monstruo de la actuación como lo es Ralph Fiennes (del que hablaremos más adelante) no me llamó la atención en un principio esta película. Estoy seguro que es por el hecho de que, acá donde me han visto y leído en el tiempo que ha tenido activo el canal, no sigo a ninguna religión creada por el hombre (católica, testigos de Jehová, cristianos, etc.), y como tal, mantengo mi creencia de que hay un Dios en lo más alto, su hijo vino a la Tierra hace muchos años y subió nuevamente al cielo y está sentado a la diestra del Jefe Supremo y que detrás de ellos hay una legión de ángeles listos a reconquistar la creación de Dios una vez que este de la orden. Hasta dije que sería una película más. Hoy agradezco, y mucho (al tiempo que reconozco haber estado equivocado), el haber abierto mi mente y dejarme llevar por el hecho de que Fiennes protagoniza esta cinta pues tenemos un trabajo que bien se puede enmarcar dentro del género de suspenso pues en algún momento que ya los cardenales están listos para elegir a un nuevo Sumo Pontífice, todos ellos se quedan encerrados dentro del recinto donde tendrá lugar el cónclave. Y al decir encerrados, realmente quiero decir encerrados, pues las puertas se cierran con llave, se le coloca una barreta al portón principal y las ventanas se cierran con persianas de metal. Todo un caldo de cultivo para que algo como lo es la elección del máximo representante de la iglesia católica se convierta en un escenario donde la intriga, los secretos y los diálogos entre personajes se convertirán en centro de atención al espectador pues no serán pocas las veces que un elemento se asomará y se sembrará entre ellos: la duda. Duda que provendrá de muchas fuentes de una lectura de miradas por este lado, un documento por el otro, una declaración por aquel… es un trabajo estupendo, hasta se le perdona el hecho de que el libreto escrito por Peter Straughan divague en algunos puntos del desarrollo de la trama, pero que para fortuna del espectador, estas divagaciones suelen ser muy breves y retoman el hilo conductor rápidamente. Un trabajo bien realizado de principio a fin, especialmente con ese final que resultará impactante en el buen sentido.
No quisiera pasar por alto el hecho de que el diseño de producción por parte de Suzie Davies y la fotografía a cargo de Stéphane Fontaine están a muy buen nivel. Desde elementos como los hilos y la aguja que se utilizan en el cónclave, pasando por el uso que se le da al color rojo en interiores hasta en vestuario. Hay una mención acá para Lisy Christl, la diseñadora de este, pues debo darle el visto bueno a este apartado ya que desde “The Two Popes” de Fernando Meirelles tenía tiempo que no veía un vestuario religioso tan bien hecho, y hasta diría que es más vistoso que el de la cinta de Meirelles. Desde los cardenales, pasando por las monjas hasta el vestuario de proclama del Papa, todos quedaron muy bien hechos. Es también un must do de mí para ustedes decirles que la banda sonora de esta cinta compuesta por Volker Bertelmann es muy idónea para el tipo de película que se nos presenta en esta ocasión. Se escuchan todo tipo de instrumentos sinfónicos, pero destaca el uso del violín pues es quien marca si tenemos una revelación, algo en lo que los personajes piensan lo que se debe hacer para seguir adelante con la elección... todos estos matices están presentes en las partituras de esta cinta.
El telón está a punto de caer para esta reseña, pero no se puede ni se deben dejar a un lado las actuaciones ya que este es, sin duda, el mejor apartado de toda la película. Y empezaré con Stanley Tucci, pues es uno de los que se deja ver apenas empieza la cinta y el cardenal Bellini es alguien que es dubitativo en cuanto a varios de los acontecimientos que se suscitan, y termina siendo uno de los postulados para el papado. Discreto, pero al mismo tiempo alguien que es, repito, muy dubitativo, titubeante cuando de accionar se trata. Por otra parte, John Lithgow vendría a ser la antítesis del cardenal Bellini ya que es más decidido y con la firme intención de asumir la máxima magistratura de la iglesia católica. Hay cosas cuestionables de este en cuanto a sus acciones, pero sin duda el cardenal Tremblay es un gran personaje para su carrera. Tuve una idea en cuanto a que por un momento llegué a pensar que estaba volviendo a ver ciertos toques del Alfred Seguine Kinsey que interpretó en “Kinsey” por allá por 2004, pero no, fue una idea errada. “Mala mía”, como decimos en Venezuela. Tiene un papel pequeño, pero la Hermana Agnes de Isabella Rossellini es de esos raros casos de personajes que aparecen poco tiempo en cámara y tienen pocos diálogos, pero cómo se hacen indispensables para el desarrollo de la película, añadiéndole una actuación estupenda. Tenía mucho sin ver a Rossellini, y vaya que me ha sorprendido muy gratamente. Pero por encima de ella y de todos estos actores que he nombrado, hay alguien más que mencioné al momento de hablar de las cualidades del guion y ese es Ralph Fiennes. Lord Voldemort y M en “Harry Potter” y el “007” de Daniel Craig, respectivamente, Lord Victor Quartermaine en “Wallace & Gromit: The Curse of the Were-Rabbit”, Justin Quaile en “The Constant Gardener” y, por supuesto, Oskar Schindler en “Schindler’s List”… son algunos de los personajes interpretados por este monstruo de la actuación, y siento que muy poco tendría idea Fiennes de que interpretaría a un cardenal que tiene constantemente una duda sobre si mover esta pieza en favor de un cardenal o de otro es lo correcto. Incluso comentó que le permitieron probarse la ropa que usan los cardenales. “La verdad es que las faldas son bastante cómodas. Nuestra ropa está hecha de una tela más pesada y mucho material para maniobrar. Te sientes fuerte en ellas, te sientes poderoso” fueron declaraciones que dio al actor sobre esta cinta, su vestuario y su personaje para Infobae. Es un personaje con matices muy bien elaborados, y donde siento que, si no gana uno o más premios en la próxima temporada de premios, se hará sentir entre los jurados de estos pues en la opinión de este servidor, es mi apuesta segura para la misma.
“Conclave” nos sumerge en una película fabulosa que está aderezada con grandes actuaciones (repito: Fiennes está magistral y es a quien le iré en la próxima temporada de premios) y un nivel de suspenso que es impulsado por el gran trabajo de escritura. No hay mejor manera de cerrar esta reseña diciendo que esta es una de las mejores del año.
No hay comentarios:
Publicar un comentario