“Tú sabes lo mucho que se preocupa la gente sobre las apariencias. Esto es lindo, esto no”.
Jack Nicholson como Jack Napier/el Guasón en “Batman” de 1989.
Ustedes
no tienen idea en estos momentos de lo mucho que estas palabras dichas por Nicholson
hacen juego con esta película (o mejor dicho, conmigo). Pero, ojo, no es que
nos vamos a encontrar una historia de esas que me gusta usar la frase “amor,
risas y chupetas”. Nada más lejos de la verdad (si bien es cierto que este
trabajo tiene su toque de comedia). Lo que ocurre acá es que vamos a reírnos un
rato con varias de las situaciones que veremos en ella, pero al mismo tiempo
tendremos un toque de drama que le va como anillo al dedo. Pero si cito la
frase de Nicholson en “Batman” es por algo muy sencillo que adelanto un poco y
después desgranaré más adelante: llegué a creer, incluso con todo y que había
leído la sinopsis de esta película, que tomaría el mismo camino de “Pretty
Woman” con Julia Roberts y Richard Gere, pero afortunadamente no fue
así, y digo “qué bueno que me equivoqué”. Dicho esto, veamos con más detalle
este trabajo que tuvo su paso por el Festival de Cine de Cannes escrito
y dirigido por Sean Baker.
En un night club de Brooklyn, Nueva York, conoceremos a Anora “Ani” Mikheeva (Mikey Madison), quien se gana la vida como una stripper, haciendo “privados” para los clientes que lleguen al lugar, y donde de vez en cuando se prostituye. Una noche, su jefe le dice que en el club hay un cliente ruso que es de esos que lanza dinero como si fueran trozos de pan a las palomas de una plaza. Ani en un principio se muestra reticente a hacerlo, pero al final acepta el encargo de su jefe. Al salir del camerino, conoce a Ivan “Vanya” Zakharov (Mark Eydelshteyn), el hijo de un reconocido millonario ruso. Se supone que Ivan está en Brooklyn para estudiar, y en su lugar, se la pasa de fiesta por las noches, consumiendo drogas y jugando PlayStation 5. Ivan “se queda loco” al ver a Ani, y de inmediato, esta lo lleva a un “privado”, donde hasta le da un “regalo” sólo para los ojos de este. Ivan queda tan prendado de ella que le contrata sus servicios de prostitución para que vaya a su casa. En una de esas visitas, le cuenta a Ani que está dispuesto a pagarle con tal de que se quede con ella 1 semana, a lo que llegan a un acuerdo de $15.000. Mismo que acepta, y hacen de todo. Tanto, que hasta se van de viaje a Las Vegas, y en algún momento de este viaje, Ivan le pide a Anora que se case con ella, propuesta que acepta y se casan en una capilla de esas que son muy populares en esa ciudad y que hemos visto en muchas producciones de Hollywood.
Detengo
la descripción hasta este punto porque lo que seguirá cuenta el resto de la
trama de la película. Y la misma deja ver el gran trabajo de escritura de Sean
Baker. Es en este punto donde voy a decir por qué cité la frase de Jack
Nicholson al inicio de la reseña. Resulta que, como también lo mencioné,
incluso con todo y que leí la reseña de la película, pensé que se iría por el
mismo camino de “Pretty Woman”, pero qué bueno que me equivoqué. Comparten el
hecho de que sus protagonistas trabajan en el oficio más antiguo del mundo, sí,
pero los caminos de las 2 películas son muy distintos entre sí. Y fácilmente el
trabajo de Baker podría haberse ido por allí, pero este director viene de la
industria de cine independiente, y el movimiento es distinto al de los grandes
estudios. Además, Baker viene de ser reconocido con nominaciones al Oscar hace
unos años por su trabajo en la hermosa “The Florida Project” (cinta en la que
trabajó Willem Dafoe y recibiría nominaciones a premios por su actuación
en esta cinta). Es más, la que sí puedo decir que, no solamente se parece, sino
que es una copia al carbón al estilo criollo venezolano de la cinta de Roberts
y Gere, es sin duda “Julia Tiene Sugar” que se lanzó a inicios de 2024. Como
dije, esta “Anora” toma su propio camino y sus personajes tienen un enfoque
distinto al de la película de 1990, además de que hay mucha más profundidad y
enfoque en estos. Me agrada también que sea un reflejo del clasismo, del “tanto
tienes, tanto vales”, y más cuando hablamos de una stripper que se
vuelve loca por el hijo de un millonario ruso. Remato este aspecto de la cinta
diciendo que esta pasa más que suficiente tiempo con sus personajes y todos
ellos aparecen en cuadro el tiempo suficiente para que podamos conectar con uno
o más de ellos de distintas formas. Es tan distinta a la película de la década
de los ’90 que hasta se da el gusto de terminar de esa manera, distinta. Un
dato más: Brooklyn es un personaje mudo dentro de todos estos acontecimientos y
el mismo está magistralmente fotografiado por su director Drew Daniels.
Desde los amaneceres de allí hasta los de Las Vegas, pasando por las luces de
neón del night club y los “privados”, tenemos acá, como dije, un trabajo
de fotografía magistral.
Ahora,
la cosa es que, como sabemos, se requieren de intérpretes que tomen las riendas
de los personajes, y en ese sentido, la cinta cierra filas con un elenco que se
define simplemente como compacto. Arranco con Mark Eydelshteyn, quien
representa muy bien lo que es el ser un niño grande, donde se nota que leyó la
inmadurez de su personaje y la representa de varias formas sabiendo que este
tiene la mentalidad de que “mi papá está allá en Rusia y yo acá, puedo hacer lo
que quiera en su casa de Nueva York y más porque también tengo mucho dinero que
él me manda”. Por otro lado, uno de los personajes que aparecen más adelante es
Toros, el cual es un armenio interpretado por Karren Karagulian. Me
agradó mucho que Toros sea un personaje de esos que por querer preocuparse por
quien está cuidando en un país distinto al suyo, termine metiendo la pata en
más de una ocasión, y hasta actúe con rudeza. Estos matices fueron bien
capturados por Karagulian, quien se hace acompañar de Garnick, el cual es
interpretado por Vache Tovmasyan. Con este personaje, la cosa va ¾ de lo
mismo que dije con respecto a Toros, y lo complementa de varias maneras, donde
los toques de humor negro se mezclan con el drama. De igual forma, estos
caballeros los completan Igor, y donde su intérprete, Yura Borisov, es
el que tiene el mejor registro de este “paquete”. Incluso con todo y que no
tiene muchos diálogos, Borisov se las arregla para que Igor tenga presencia en
pantalla, y donde le toca recitar en cámara algunas de las mejores líneas de la
película. Y su trabajo sólo es sobrepasado por una persona: Mikey Madison.
Ella es quien tiene la mayor carga de la película al ser el personaje que le da
nombre a esta, y su preparación fue variopinta, ya que le tocó aprender el
idioma ruso, así como visitar night clubs para poder llevar a la gran
pantalla a Anora. Divertida cuando tiene que serlo, mostrando también matices
de un amor que, al final, se lee que es algo no maduro, y dramática cuando
corresponde a la escena. Lo dicho, Anora arranca como la Vivian de Julia
Roberts conociendo a un millonario al comienzo del film, pero los
derroteros de esta durante la trama van hacia otro lugar, y así también va la
actuación de Madison. Es de las mejores interpretaciones del año, y valió mucho
su paso por los distintos festivales de cine donde fue (como el de Cannes). Su
actuación y la de Borisov se leen en las nominaciones de la naciente temporada
de premios de 2025, y los 2 intérpretes tienen material con qué competir.
“Anora” brilla con luz propia tomando la fórmula que hizo que fuese un buen trabajo “Pretty Woman”, pero dándole una vuelta de tuerca que la convierte en una comedia dramática excelente, además de acompañarla unas tremendas actuaciones. Calidad no le falta, y es de esos trabajos que el espectador debe ver porque sí. Si no hay alguna sorpresa por ahí, esta es mi favorita de 2024.
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