domingo, 2 de junio de 2024

El Laberinto del Fauno

 


         Me transporta hacia un mundo surrealista como ninguna otra película ha podido hacer en mi vida, logró que el cine se enraizara dentro de mí como si fuese una de mis células (y nunca mejor dicho, pues cómo se asemeja esta palabra a “celuloide”, el material que le dio vida a los primeros trabajos en cine), fascinante cuadro a cuadro, y donde, como lo dijo en su momento su escritor y director Guillermo Del Toro, “verás cosas nuevas cada vez que vuelvas a verla”, es de esas películas en las que te da gusto darle una y más miradas a cada esquina de cada arbusto y árbol en los bosques o cada recoveco de la cabaña. Esa magia está impregnada en cada segundo de sus 118 minutos de duración que, lamentablemente, se terminan al empezar a rodar los créditos, pero afortunadamente podemos recrear esa magia en el mundo real reiniciando la película y disfrutarla de principio a fin una vez más.

 

         La película nos transporta a la España del año 1944, en una época donde la guerra civil en ese país había terminado. Nos cuentan que hace mucho tiempo, en un reino subterráneo, vivía una princesa que soñaba con ver el mundo de los humanos. Un día, logró burlar toda la vigilancia y escapó hacia dicho mundo, pero cuando recibió la luz del sol por primera vez, este la cegó y, además, borró todo recuerdo de su pasado, además de que, con el tiempo, envejeció y murió. Sin embargo, su padre tendría la fe suficiente de que su hija volvería y sería capaz de esperar “hasta el fin de los tiempos, hasta que el mundo dejara de girar”. Por otro lado, volviendo al escenario inicial, tenemos que Carmen (Ariadna Gil), en un avanzado estado de embarazo, y su hija Ofelia (Ivana Baquero) están de camino a una cabaña donde vivirán con el capitán Vidal (Sergi López), que forma parte del ejército franquista. Carmen increpa a Ofelia porque se ha llevado muchos libros, específicamente cuentos de hadas, con el pretexto de que ya está demasiado grande para “llenarse la cabeza con zarandajas”. Antes de llegar a la cabaña, se detienen en el camino porque Carmen se sintió mal y Ofelia encuentra una piedra en este. Al explorar, encuentra un tótem e inserta la piedra que encontró en este y se revela un insecto. Al llegar a la cabaña, y después del encuentro con Vidal, Ofelia ve por segunda vez al insecto de la montaña, descubre un laberinto y conoce a Mercedes (Maribel Verdú), el ama de llaves de la cabaña de Vidal. Entrada la noche, Carmen es revisada por el doctor (Alex Angulo) y le da un sedante para que pueda descansar durante toda la noche. Una vez dormida, el insecto que Ofelia vio en el camino a la cabaña la visita en su cama y se transforma en un hada que la lleva al laberinto que vio durante la llegada, y dentro de este conoce a un fauno (Doug Jones). Este le cuenta que es la princesa Moana, y que, para poder volver a su reino, debe pasar 3 pruebas antes de la luna llena para, en simultáneo, entregarle 3 piedras junto con el “Libro de las encrucijadas”, que deberá ver cuando esté sola.

         Gran parte de la culpa (en el buen sentido) de por qué la película logra causarme estas sensaciones es por el maravilloso libreto escrito por el maestro Del Toro, quien logra que tanto la fantasía como la realidad vayan tan bien amalgamadas en el camino que se proyectará ante el espectador. Debo decirlo, me fascina cómo es que en 2 de los personajes hay un toque de niñez. En este caso, hablo de Ofelia y de Mercedes. La niña pues porque, si bien es cierto que está creciendo porque es mandato de vida, quiere mantener ese toque mágico que ha aprendido en los cuentos de hadas que le gusta leer, y por eso se le aparecen el hada, el fauno y más. El otro personaje que tiene este toque de niñez es Mercedes ya que, aún cuando es más que sabido que tiene más edad que Ofelia, de una forma o de otra en la película vamos viendo esos detalles que hacen que el espectador se dé cuenta de ello, además de que se refleja en sus ojos la soledad (y la preocupación también, pero es algo que dejaré que sean ustedes mismos quienes lo descubran por si hay alguien que no ha visto la película aún), pero que se ilumina cada vez que se topa con Ofelia, al tiempo que va creando un hermoso lazo con la niña. Y hablando de criaturas, el fauno es un guía que puede causar un shock por su apariencia, pero que cuenta con la capacidad suficiente para conectar con el espectador, y al mismo tiempo nos pone a dudar sobre si es cierto o no lo que nos está contando, sin contar que también crea un lazo con la niña, cosa que se ve reflejada desde la primera vez que la ve. En el lado de la realidad, no es que no haya personajes interesantes (afortunadamente sí los hay), y estos, en vez de resultar fastidiosos, de relleno o sin sentido, sirven como el contrapeso que resulta indispensable para que la película pueda sostenerse por sí sola pues, irónicamente, en la realidad de la cinta está la mitad de la magia para que pueda disfrutarse a plenitud. La terquedad de Carmen al increpar a Ofelia por sus cuentos de hadas, al mismo tiempo que se vuelve sumisa con el capitán. Por otro lado, la oscuridad característica en los cuentos de hadas en los que se inspiró el maestro Del Toro para crear esta película está encarnada en la figura de Vidal, quien demuestra en todo momento que es un hombre soberbio, al punto de que deja claro lo que debe ocurrir con el futuro hijo que está esperando de su recién mudada esposa. Estos puntos son aderezados de manera magnífica con las actuaciones del elenco (Baquero, Verdú, Gil, Jones), quienes reflejan los matices de sus personajes de manera maravillosa, y donde les contamos que el actor Sergi López estaba un poco nervioso por este papel pues era la primera vez que interpretaba a un villano, además de que para aquel entonces era más conocido por melodramas y comedias, pero que logró un personaje muy bien conseguido, donde uno como espectador no justificará para nada sus acciones, por muy absurdo que sea su razonar.

De la fantasía podríamos hablar de escenarios como el laberinto y la estructura que observamos al inicio de la película, que forma parte del reino subterráneo que nos nombran al empezar el film. De la realidad, me basta con únicamente nombrar la cabaña, tanto en su interior como en su exterior (hay más, este es solamente un ejemplo). Ambas cosas funcionan estupendamente gracias al arduo trabajo en el equipo técnico, empezando por Guillermo Navarro en la hermosa fotografía y Eugenio Caballero a cargo del diseño de producción, secundado por Pilar Revuelta en la recreación de los escenarios. Y es que si hace varios párrafos dijimos que la fantasía y la realidad van muy bien amalgamadas es porque, a lo dicho de la fotografía, el diseño de producción y demás, hay que sumarle: 1, el hermoso trabajo de maquillaje de David Martí, Montse Ribé y Xavi Batista, y no solamente por lo que resulta obvio en todo lo que tiene que ver con fantasía (ese hermoso fauno…), sino en algunas tomas de lo que es la realidad en esa España convulsa de entonces que se cuenta en la historia. Acá también hay que destacar que lo relacionado con efectos CG y animatrónicos han envejecido maravillosamente. pues estos aspectos, sumados a la colocación de las cámaras, hacen que la película gane en atmósfera, sumergiendo completamente al espectador. Por si fuera poco, la edición que corrió a cargo de Bernat Vilaplana es fabulosa pues el ritmo de la película le da la oportunidad a quien la vea de que pueda tanto impactarse con las secuencias de acción que nos presentan y deleitarse con la historia que se va abriendo como flor a medida que pasan los minutos de su metraje. Y ninguno de estos aspectos es nada sin las maravillosas notas de la música compuesta por Javier Navarrete, ya que acá uno se puede deleitar los oídos y dejarse llevar por la fantasía y la realidad que nos ponen en pantalla. Es magia, y para muestra, basta el botón de que una de las piezas es ejecutada únicamente con 2 instrumentos (violín y piano), y aquí más de uno se preguntará: “¿Cómo es posible lograr tanta magia para los oídos en casi 2 minutos y con tan sólo 2 instrumentos?” Muy simple: escuchen esta pieza y encontrarán la respuesta (y, por si las dudas, preparen un pañuelo, pues podrían derramar algunas lágrimas).

 

         Parece mentira que han pasado 18 años desde el estreno de esta película, pero es cierto. Y lo mejor de todo es que el tiempo no ha hecho mella en ninguno de sus apartados, sino que ha ocurrido como el buen vino: ponerse mejor con el pasar del tiempo. Es una de esas películas que uno se sabrá de memoria, que irá recitando las líneas montones de veces cada vez que se vea, pero es una de esas películas que cala hondo, y que resultará en una experiencia cinematográfica inolvidable.

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