viernes, 15 de marzo de 2024

Dune: Part Two

 


         No es sencillo el iniciar la escritura con respecto a mi opinión del más reciente trabajo del director Dennis Villeneuve. No lo es porque hablamos de un universo que es una completa locura de pies a cabeza, y ha sido así desde que el escritor Frank Herbert lanzara el primer libro de esta saga en el año 1965, una época en la que el humano caminó entre hippies, el lema “paz y amor” y mucho más que se generó durante esa década de los ’60. Pero dentro de toda esta locura, hay bastante inteligencia (como suele ocurrir con aquellos que el mundo tilda de “locos”), y una obra como esta está hecha a la medida del director desde que lanzó la parte uno allá en el año 2021, una donde debo decir que fue una película estupenda en lo técnico, pero que se sintió como un prólogo demasiado largo, además de sentirse en muy pocas ocasiones que llevó un ritmo lento (repito: en muy pocas ocasiones). Pero afortunadamente, el aspecto técnico antes mencionado, así como su elenco, llevaron a la película al éxito, y superando en muchísimos aspectos a la “Dune” que dirigió en su día David Lynch en el año 1984. Y si en estos momentos el lector se pregunta si es indispensable haber visto la parte uno antes de ver esta nueva iteración de esta saga, la respuesta es “sí”. Es tanto así que la película en parte de su inicio toma eventos donde terminó la mencionada parte uno.

 

         La princesa Irulan Corrino (Florence Pugh) al inicio de la película se le observa grabando de manera secreta en su diario ya que su padre, el emperador Shaddam IV (Christopher Lee) se encuentra muy desanimado por los sucesos acaecidos en la casa Atreides, y que llevaron a la muerte del cabeza de esta familia, Leto. Además, ella piensa que Paul Atreides (Timotheé Chalamet) podría estar vivo. Y tal como lo comentamos anteriormente en cuanto a retomar ciertos puntos de la parte uno, en la película anterior Paul terminó formando vínculos con los Fremen ya que, con esa alianza, estará determinado a cumplir la meta de su fallecido padre de unirse a ellos y así traer la paz a Arrakis. Esto lo lleva a aprender no solamente del estilo de combate que utilizan, sino también cosas como el idioma que hablan, participar en operaciones que permitan eliminar a las tropas de los Harkonnen que siguen en busca de la “especia”, entre otros. A medida que va pasando el tiempo, Paul va ganándose a los Fremen, así como acercándose más a Chani (Zendaya). Por otra parte, Stilgar (Javier Bardem) le cuenta a Jessica (Rebeca Ferguson) que la reverenda madre se encuentra mal de salud, y que, además, tiene todo lo que los Fremen buscan en una mujer para que pueda convertirse en la sucesora de la reverenda madre, y que, para ello, debe beber el “agua de la vida”, un líquido que puede resultar en una bebida muy venenosa para los hombres y para aquellos que no estén entrenados en las artes de los Fremen.

 

         Es cierto que puse al principio que no es sencillo escribir sobre este universo, pero una cosa sí que es segura y es que el aspecto técnico no presenta fisuras por ninguna parte. Empecemos con los efectos especiales, mismos que están utilizados de la forma que debe ser: no para ahogar al espectador con estos sino para ser parte de la película, para ayudar a contar la historia, y aquí vaya que son indispensables pues elementos como los gusanos de arena gigantes que tan populares fueron tanto en 1984 y en 2021 como en esta nueva película son parte de esta mitología, y aquí están más presentes que nunca. Y eso sólo los gusanos pues cosas como naves volando, explosiones y demás cosas están muy bien acabados y no se nota que hayan sido computadoras las que se encargan de la magia. Por otro lado, tenemos un uso de la fotografía de Greig Fraser asombroso. No es solamente que regresan las paletas de colores arena y naranja, sino que, además, el azul vemos que se cuela despacio entre estos colores, ya no solamente en los ojos de personajes como Paul cuando se exponen a la especia, sino también en alguna prenda de vestir, algún paisaje, así como también en elementos líquidos, además de presentarnos unos hermosos blanco, negro y gris cuando tenemos frente a las cámaras a uno o más miembros de la familia Harkonnen, y donde más resaltan estos tres últimos colores es con Feyd-Rautha Harkonnen (Austin Butler), el sobrino del varón Vladimir Harkonnen (Stellan Skarsgård). Y el diseño de producción de Patrice Vermette es también digno de resaltar positivamente pues cada elemento está tan cuidado como los anteriormente mencionados.

 

         En el lado de las actuaciones, debo decir que es un rubro muy destacado también pues el elenco que ya venía de la película anterior se complementa de una manera estupenda con las nuevas adiciones. Tenemos a un Timotheé Chalamet completamente recargado en su Paul. Le imprime no solamente fuerza, sino también esos matices que lo hacen lucir como una especie de mesías, donde se nota que está en la senda del “camino del héroe”, pero que se va transformando de una manera asombrosa. Por otro lado, Zendaya viene a hacer contrapeso al personaje de Paul, pero sin quitarle ningún rasgo que hizo de su personaje uno digno de destacar en la parte uno, mientras que Stellan Skarsgård sigue impactando a todos con su presencia pues no por nada Vladimir ocupa un puesto importante dentro de la familia Harkonnen. Y por el lado de las nuevas adiciones al elenco, el que más resalta es, sin duda, Austin Butler, ya que su Feyd-Rautha es como la estatua del “David” de Miguel Ángel: imponente. Es que, incluso en aquellas escenas donde su personaje no pronuncia palabra alguna, da una actuación estupenda. Y como bien dijo el célebre crítico Peter Rainer: “es oficial: ya Austin Butler no se ve ni suena como Elvis Presley”. Quizás una pequeña tara viene en que algunas de las nuevas adiciones (como la mencionada Florence Pugh) no aparecen tanto tiempo en pantalla y que se les da un trato como si estuviesen aún en la parte uno (es decir, los presentan, dicen pocas cosas y toca esperar a la parte tres a que se desarrollen en su totalidad), pero lo poco que aparecen dan buena cuenta de su talento.

 

         Este mismo aspecto de las actuaciones repercute en el libreto, pues se siente como lo que se dijo unas líneas arriba: que presentan a estos personajes nuevos y no se desarrollan más hasta una hipotética tercera parte. Es lo único de negativo que se destacaría del guion, pues en todo lo demás tenemos uno muy bien escrito en cuanto al desarrollo de personajes y trama. Esta segunda vista del anteriormente dicho “camino del héroe” presenta unos aspectos bien interesantes a medida que van pasando los minutos. Y una prueba de ello es que, si bien como se mencionó personajes como la princesa Irulan no aparecen por tanto tiempo en pantalla, su desarrollo es digno de observar. Este punto del desarrollo de los personajes incide también en un aspecto tan importante como lo es el ritmo que, para pocos, las casi 3 horas de duración pueden sentirse tan pesadas como el material fuente. Pero para muchos es un aspecto que no le prestarán atención pues los personajes bien que las valen. Pero si por una cosa se ha caracterizado el cine de Villeneuve (que aquí funge como escritor junto a Jon Spaiths) es la inteligencia. No es alguien que trate al espectador como un ser que va al cine simplemente a desestresarse y a no pensar, sino que lo trata como un ser que es pensante en todo momento y que muchos de los temas que trata acá los coloca de manera que quien la vea piense en todo momento durante la película. No importa si es una línea de un personaje, si alguien está parado en algún sitio, si están peleando, en una reunión… de nuevo, la inteligencia prima en cada cuadro. Uno de estos elementos o algo más resonará en el espectador.

 

         “Dune: Part Two” es un estupendo regreso de la obra de Frank Herbert cortesía de Dennis Villeneuve, tomando todo eso de bueno que hizo la parte uno una película que valiera el esfuerzo y maximizándolo para que se disfrute la película. Solamente unos detalles con el tiempo de pantalla de algunos personajes y sus intérpretes la alejan de la perfección, pero dejan todo servido para que esta sea una película que valdrá verla dos, tres, muchas veces más.

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