lunes, 29 de enero de 2024

Poor Things

 


         Quisiera iniciar haciendo la advertencia de que la película de la que hablaremos a continuación no es apta para niños por los múltiples contenidos que tiene, por lo que se recomienda discreción por parte de sus padres o representantes.

         La sabiduría popular ha dicho desde hace mucho tiempo que el tener la oportunidad de viajar, sin importar si es dentro de un mismo país o fuera de este, será una experiencia placentera para quien lo realice. Sirve, principalmente, para conocer nuevos destinos, salir de eso que llaman “zona de confort”, escapar de la monotonía que representa el estar en el mismo lugar todo el tiempo. Es también una forma distinta de hacer las cosas (especialmente cuando se viaja a otros países), “se expande la mente de una manera increíble” es lo que rezan quienes lo hacen de manera frecuente. Y al hacer eso, el individuo en cuestión crece por dentro, y ello es provocado, precisamente, porque aprende otra forma de llevar su vida y le permita tener una mejor calidad de vida en todos los sentidos, más allá de lo meramente material. En el trabajo más reciente del director Yorgos Lanthimos hay más de un viaje, además del físico que hacen varios de los personajes.

         En el nuevo trabajo del director basado en la adaptación de un libro del mismo nombre escrito por Alasdair Gray, encontramos a Bella Baxter (Emma Stone) quien, de forma muy similar a lo que ocurre en el célebre relato “Frankenstein” de Mary Shelley, es revivida por el poco ortodoxo Godwin Baxter (Willem Dafoe), un científico que tiene un laboratorio en su mansión y donde se dejan ver los “pintorescos” experimentos que ha realizado, como, por ejemplo, un pato con cabeza de perro y una cabra con cabeza de pato. Bella es recluida en la mansión del científico ya que, si bien es cierto que tiene el cuerpo de una mujer adulta, actúa como una niña. En algún momento que el doctor Baxter está dando una de sus peculiares clases universitarias de ciencia, es abordado por Max McCandless (Rami Youssef), uno de los estudiantes que se encontraba en el aula y que le pide ser su ayudante en el laboratorio. Allí, este conoce a Bella y se enamora. Luego de una serie de sucesos que se cuentan en el film, conoceremos a Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo), un abogado que se encarga de redactar un documento para el doctor Baxter y que termina llevándose a Bella en barco ya que esta quería ver el mundo que Max le expuso en los libros que veían juntos.

 

 

         Loca, loquísima. Esas son las mejores palabras que se pueden decir de la adaptación escrita realizada por Tony McNamara. Pero, ojo, no se trata de una locura que va a los niveles de películas como “Black Swan”, sino una que cumple de manera magistral con uno de sus 2 objetivos, el cual es hacer reír a la audiencia. Ello gracias a las situaciones en las que se ven envueltos los personajes, mismos que no resultan desagradables, ni siquiera en las escenas de corte sexual (que las hay, y muchas. No al nivel de una película porno, eso sí.), pues están tan bien filmadas que no provocan ni repulsión ni asco. Dijimos hace un momento que a nivel escrito cumple con 2 objetivos, y el otro es el de tener la capacidad más que suficiente de hacer que el espectador se ponga a pensar una vez que abandona la sala de proyección, ya que el mundo actual se pone en contraste con lo que se proyecta pues el que los personajes se encuentren teniendo este tipo de encuentros cada dos por tres y que en casi todo el metraje de la película se muestre un desnudo y otras situaciones más llega a poner en contraste a lo que es la sociedad y la doble moral que suele presentar mucha gente ante estas cosas y muchísimas más. Aquí cabe lo que dijo el célebre John Lennon en vida: “vivimos en un mundo donde hay que esconderse para hacer el amor y la violencia se practica en plena luz del día”. Siento que esta fue la principal fuente de inspiración para crear la película, así como plasmar su mensaje. Hasta la misma actriz, como lo declaró recientemente, defendió este tipo de escenas al decir “Bella es completamente libre y no se avergüenza de su cuerpo. Cuando sucedió, ella no sabía cómo avergonzarse o encubrirlo, o no quedar completamente absorta en la experiencia”.

 

         Es ahora que se debe pasar al otro aspecto por el que la película puede llegar al espectador como lo es el apartado técnico. Resulta increíble que mucho de lo que se muestra en pantalla es completamente artesanal, hay muy poco de tecnología digital en la creación del mundo de Bella y los demás personajes. Los cielos en tonos pastel (y otros tantos detalles) de la fotografía de Robbie Ryan van muy acorde diseño de producción de James Price y Shona Heath, así como la decoración de sets de Zsuzsa Mihalek pues, por decirlo de una manera que se comprenda, tomaron las maravillosas ciudades creadas para “Blade Runner” de 1982 y las adaptaron como si estas fueran una versión de la citada película, pero con los toques del siglo antepasado. Ello también complementado con el exuberante (y hermoso) vestuario de los personajes (especialmente los de Bella) que confeccionó Holly Waddington, así como el maquillaje de Nadia Stacey, Mark Coulier y Josh Weston, que muestra desde el trailer que se tendría una experiencia distinta y que el director ya tiene acostumbrados a los que le siguen. Y la edición de Yorgos Mavropsaridis complementa la parte técnica dando el tiempo suficiente para que no solamente gane la película en ritmo sino para que se complemente con el libreto y así los personajes aparezcan en pantalla el tiempo suficiente para que el espectador conecte con ellos. Quizás parezca que con palabras se está diciendo poco en este momento, pero la verdad es que merece el esfuerzo que la película sea visualizada para que el espectador comprenda lo que se quiere decir.

 

         De último se ha dejado el elemento que es tan importante como lo dicho anteriormente y, por supuesto, hablamos de las actuaciones. Aquí el elenco es de esos que cabe aquello que dicen de que “Dios los cría y ellos se juntan” (excepto Stone, pues es su segundo al trabajo con el director como actriz y el primero como productora de una de sus películas. De ella hablaremos en un momento). Tenemos, primeramente, a un Willem Dafoe que no decepciona. En su actuación como el científico refleja esa excentricidad que se plasma en el universo de su laboratorio y su casa, así como en su rostro, que es donde se refleja mejor el trabajo de maquillaje comentado anteriormente, y donde pasó 6 horas cada sesión de filmación para colocárselo. La química que tiene con Ramy Youssef mientras este interpreta a Max se aprecia en pantalla, y la actuación de este también es muy resaltante. Esa preparación de ambos donde compartieron salones en una escuela funeraria hizo que ambos actores conectaran para que la actuación de sus personajes llegara a buen puerto. Por otro lado, tenemos a un Mark Ruffalo en el que me atrevo a decir que interpreta al personaje más libertino de su carrera, uno que el mundo le vale un pepino para vivir una vida hedonista junto a Bella, pero al mismo tiempo uno siente pena por él como espectador. Finalizamos con quien, sin duda, brilla más entre el elenco y esa es, sin duda, Emma Stone. Nos entrega una Bella, infante en las primeras de cambio dentro de un cuerpo de una adulta, aprendiendo del mundo después de cierto tiempo, articulando mejor lo que quiere decir y desinhibida, crecida y madura como mujer en el último tramo del metraje. Ha hecho un personaje que puedo considerar 2 cosas: el mejor trabajo de su carrera, por un lado, y por otro, uno que, me atrevo a decir, logra transmitir con mucha fuerza el mensaje del empoderamiento femenino de la película. Mucha más que la mismísima “Barbie”, y con un presupuesto muchísimo menor ($35 millones). Repito: vale mucho el esfuerzo de apreciarla, es altamente recomendada y una fuerte candidata de la ya empezada temporada de premios de cine.

No hay comentarios:

Publicar un comentario