"El tiempo pasa, la gente se mueve. Como un río
fluye y nunca termina. Una mente infantil se convertirá en noble ambición y el
joven amor se convertirá en profunda aflicción. El agua refleja
crecimiento."
Sheik,
personaje de “The Legend of Zelda: Ocarina of Time”.
Vaya
que si resultan ciertas estas palabras dichas por este célebre personaje. Ha
llovido mucho desde ese 25 de febrero del año 2004, y mucho más desde que Jesús
vino a nuestro plano y se quedó varios años entre nosotros a predicar la palabra
de Dios, su sabiduría, por decir algunas. De esta última, siempre sale a flote
en las conversaciones la célebre historia que contó del hombre judío que fue asaltado
y golpeado hasta casi morir y fue ayudado por un samaritano. Es alguien de
quien siempre será bueno aprender, aún cuando no soy seguidor de ninguna
religión creada por el hombre, pero sí tengo mis creencias en cuanto a que
existe un Dios en lo más alto, que Jesús, su hijo, está sentado a su derecha y
detrás de ambos está una legión de ángeles listos para reconquistar la creación
de Dios: la Tierra. Pero, obvio, no estamos para hablar de mis creencias en la
parte religiosa ni mucho menos para dar una clase magistral de escritura en
cuanto a la vida de Jesús en nuestro planeta, sino más bien para hablar de la
cinta que nos ocupa en esta ocasión que cumplió 20 años de su lanzamiento el
pasado mes de febrero, misma que no pasó inadvertida ante nadie, y aún a día de
hoy hay quienes hablan de ella como si la hubiesen lanzado ayer esta película escrita
por Benedict Fitzgerald y Mel Gibson (basado en gran medida en
las visiones que aparecen escritas en el libro “La Dolorosa Pasión de Cristo”
de Sor Ana Catalina Emmerich), y siendo dirigida por el último
mencionado. Y de las informaciones surgidas que citamos para iniciar esta
reseña, hay una interesante que cuenta que Gibson en todo momento quería que la
película llegara con sus diálogos en arameo y latín, pero no que se subtitulara
en ningún idioma. Ello porque argumentó que obras como las pinturas de
Caravaggio o el ballet “El Cascanueces” no tienen subtítulos y que, aún así, las
personas pueden captar los mensajes en ambas obras. Al final, el estudio se
negó a ello y tuvo que agregarle subtítulos.
La sinopsis de la película no es
difícil de relatar ya que la historia de este célebre personaje ha sido
ampliamente difundida por todo el mundo y en distintos idiomas. A grandes
rasgos, nos cuenta las últimas 12 horas de vida de Jesús de Nazaret (Jim Caviezel)
en nuestro planeta, desde el momento en que está con sus apóstoles en el
Getsemaní orando a altas horas de la noche, pasando por las conversaciones que
tiene con el diablo (Rosalinda Celentano) mientras se acerca el momento
de su apresamiento, el momento en que se lo llevan preso con el alegato de
hacerse llamar “rey de los judíos” y su traslado al Sanedrín (así como las
primeras muestras de violencia de los soldados hacia él, tema que hablaremos
luego), la traición de Judas Iscariote (Luca Lionello) siendo pagado con
30 piezas de plata por Caifás (Mattia Sbragia) y el resto de fariseos
hasta el momento en que le dan el dato del apresamiento de Jesús a María (Maia
Morgenstern) y a María Magdalena (Monica Belucci).
Esta, sin duda, es una película fuerte
en todo sentido. Para empezar, es fuerte en su elenco. El reparto cumple con
muchos creces los papeles que interpretan en esta ocasión y los ayuda mucho el
libreto que escribieron Fitzgerald y Gibson (eso sí, debo decir que a nivel de guion
hay un par de cosas que se pueden achacar, pero eso lo tocaremos más adelante).
Incluso el papel más pequeño (como el del prisionero crucificado que le pide a
Jesús que se acuerde de él) cumple con su cometido y más. Hablamos de que hasta
los que son considerados como villanos tienen presencia, matices y son ayudados
de manera magistral por elementos como el vestuario, el diseño de producción y
el maquillaje. Por las damas, destacan Monica Belucci, Rosalinda
Celentano (incluso con todo y que no tiene tanto tiempo en pantalla) y Maia
Morgenstern, con Belucci y Morgenstern mostrando más rango de emociones
debido a estas últimas 12 horas del llamado “Hijo de Dios” antes de su
crucifixión y posterior muerte. Y por los caballeros, aquí no hay ningún tipo
de discusión: Jim Caviezel, incluso con todo y que han pasado 20 años
desde el lanzamiento de esta producción sigue dando de qué hablar con su
interpretación de Jesús. Aquí se observa a un actor que se comprometió de lleno
con la cinta y donde toda esa fe que profesa hacia el personaje bíblico (y que
vino mientras estuvo filmando) la traslada a la gran pantalla. Legendarias son
aún las veces que se reportó que cada vez que finalizaba la filmación de la
escena de la crucifixión tenían que acercarle calentadores para quitarle el
frío que tenía encima y que no agarrara una neumonía. Y donde, incluso,
presentó heridas reales, y unas de ellas le salieron en una de las escenas
donde le tocó cargar la cruz, pues esta se cayó encima de él, provocando que
botara sangre por la boca y la cara.
Es también fuerte por dos aspectos que
tocamos en el párrafo anterior como lo son el diseño de producción y el
maquillaje. El primero porque la investigación realizada para que elementos
como la cruz y los instrumentos que utilizaron para torturar a Jesús están muy
bien conseguidos, así como el maquillaje, el cual, especialmente en el cómo se
reflejan en Jesús todas las heridas que le hacen durante la pasión es
magnífico. Sobre este punto (el de la violencia) hablaremos a continuación. Una
advertencia a aquellos que no la han visto: vayan preparados mentalmente pues es
bastante probable que se topen con la que es la película más violenta de todos
los tiempos (incluso una lanzada posteriormente como “The Departed” se queda
pequeña ante lo que se muestra acá). Ya que estamos en este punto, comentaré
más al respecto
Muchos han criticado fuertemente a la
película por su contenido que puede llegar a ser violento, al punto en que se utilizan
palabras como “visceral” para la descripción de esta. Pero la verdad, y después
de 20 años que han transcurrido desde su estreno, es que ese grado de violencia
(y quien sabe si iba a peores) era el que estaba presente en esos tiempos.
Muchos son los ríos de tinta que han corrido sobre ese aspecto, y eventos nefastos
como el holocausto judío durante la II Guerra Mundial se quedan cortos (y este
suceso es lamentable de por sí), pero es que hablamos de una época en donde ya
se habían llevado a la realidad cosas como el código de Hammurabi, la primera
compilación de leyes de la historia, y que imponía penas consideradas bastante
severas (como ejemplo, si un cirujano operaba un ojo y lo dañaba, se quedaba
sin manos). Y así como este código, hay bastantes registros también de los
distintos dispositivos de tortura que utilizaban para castigar a alguien que
faltara a la ley. Repetiré la advertencia que puse varias líneas arriba: vayan
preparados mentalmente pues es bastante probable que se topen con la que es la
película más violenta de todos los tiempos. Debo añadir que la violencia
mostrada en la película pega más en el espectador porque, a diferencia de lo
que ocurría antes del lanzamiento de esta cinta, toda ella es dirigida hacia
una sola persona, en vez de ir a varias. Violencia que, también hay que
decirlo, es dura. Muy dura, muy gráfica. He, incluso, recordado a una persona
muy querida para mí cuando me dijo que llegó a sentir que el director se leyó
de pies a cabeza la serie de libros “Caballo de Troya” del escritor español J.J.
Benítez (especialmente el primer libro que, coincidencialmente, también
aborda la pasión de Jesús), y si bien es cierto que no recuerdo absolutamente
todo el libro para el momento en que estoy escribiendo esta reseña, también lo
es el que los pasajes que se me vienen a la mente me llevan a recordar que la
pasión descrita allí es muy similar a la de la película. Vaya nuevamente la
advertencia al espectador de prepararse mentalmente para ello.
Para el siguiente punto quiero dejar
claro algo: todo lo escrito hasta ahora y lo que sigue son los puntos de vista
de este servidor. No tienen por qué estar de acuerdo conmigo, además de que la
sabiduría de nuestros países hermanos hispanoparlantes reza algo: “entre gustos
y colores no hay nada escrito”. Con esto dicho, procedo a decir entonces que, incluso
con todo y los años que han pasado, aún hay gente que cataloga este film como
antisemita. A día de hoy me parece una aseveración absurda por demás pues hasta
donde he aprendido, Caifás era un sumo sacerdote de la religión judía, por lo
que ya de entrada esa tesis se quiebra por completo, además de que la biblia
deja saber que de su boca sale la frase “conviene que muera uno solo por el
pueblo y no perezca toda la nación”. Sus bajos escrúpulos y lo oportunista de
su personalidad arrastraron al resto de sacerdotes a su designio de matar a
Jesús De Nazaret. Ojo, con esto no se quiere decir que absolutamente todos los
judíos son como este personaje (léase, de bajos escrúpulos y oportunista), pues
en mi círculo de amistades tengo lazos con varias personas que practican esta
religión y distan mucho de él, así que por ahí no va la cosa. Y una cosa más
que destruye por completo esta tesis es que Gibson en todo momento se asesoró
con cristianos y judíos para la realización de la película y así evitar el antisemitismo.
Quizás hay 2 cosas que se puedan achacar, de las cuales una de ellas salpicaría
un poco la película a posteriori. En cuanto a la parte de su realización, de lo
que podría quejarme es la escritura de Barrabás, pues se siente cómico en una
película que no entra dentro de ese género, así como un poco más de trasfondo
sobre el acto divino que va a representar su muerte. Sí, ese motivo se sabe
pues lo explican en varias religiones, pero siempre habrá algún curioso que no
tenga contexto histórico por desconocimiento o por ateísmo. Y el punto que
afectaría a posteriori la película fueron hechos en los que estuvo involucrado
el director, de los cuales se destacan que en 2006 fue detenido por conducir en
estado de embriaguez y entre las declaraciones que se extraen de aquel entonces
está una en la que dijo que “todos los judíos tienen la culpa de todas las guerras
del mundo”. Eso, mas el sonado incidente con la actriz Winona Rider que
lo denunció por comentarios antisemitas, entre los cuales está “no eres una evasora
de hornos, ¿cierto?” que le dijo en tono de broma en referencia al Holocausto
de Auschwitz, pero que la actriz no se tomó nada bien. La diferencia con el arresto
por ebriedad es que acá Gibson tuvo representación legal y el abogado que lo
defendió dijo que “es 100% falso. Winona mintió sobre esto hace 10 años y lo
está volviendo a hacer”.
No es la excelencia cinematográfica, ciertamente, pero estuvo cerca de alcanzarla, y tiene los méritos suficientes para verla, aunque se advierte del fuerte contenido de violencia por última vez en este escrito. “The Passion of the Christ” seguirá dando de qué hablar de la misma forma en que lo ha hecho durante 20 años después de su estreno en cines. Y le dará más impulso a la futura película que podría estrenarse el año que viene enfocada en la resurrección de Jesús de Nazareth.
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